Material escrito por Luis Guercio (padre) entre los años 1930 y 1940. INÉDITO
Extraido de
la Edición Homenaje del periódico “Noticias Nuestras”, octubre de 1972
MEMORIAS
DEL SR. LUIS GUERCIO
Muchas
cosas tendría que decir con respecto a la hoy Ciudad de Ituzaingó, después de
haber permanecido en ella durante 20 años –desde 1921 a 1941- y en la que me
tocó desempeñar una campaña edilicia de vastos alcances, como tal vez muchos no
conozcan; por tratarse de un largo período en notas y publicaciones efectuadas
por intermedio de “La Prensa” de la que fui corresponsal durante 14 años.
Toda
historia tiene su principio y a ella me remito. Cuando me instalé en esta
localidad en mi carácter de propietario de la primera y única farmacia, que fue
a mediados del año 1921, corrí un riesgo; porque el pueblo estaba acostumbrado
a irse a otras localidades vecinas con eso y todo, logré arriesgarme, tal vez
asimismo porque pude ser útil a la población en el servicio de recetas urgentes
y en la atención a los numerosos accidentados que me tocó atender, pues mi casa
fue algo así como una Sala de Primeros Auxilios durante nueve años… Vamos ahora
al tema:
CAPÍTULO I.
Desagües y Primer Proyecto de Pavimentación
Este
capítulo es el más importante de todos los hechos a que voy a referirme en
estas notas, pues se trata nada menos que del despertar de toda una zona, que
por causas fortuitas, se vio obligada, sin pensarlo quizá, a recurrir a las
autoridades de la Provincia de Buenos Aires y a las municipalidades, para que
tomaran serias medidas de carácter edilicio, a los fines de remediar, en forma
impostergable el problema de las aguas pluviales que siempre existió en la
intersección de las calles Rivadavia y San Martín (hoy Rondeau), boca principal
de entrada a la Estación Ferroviaria.
Este fue
siempre un sector inundable que llegaba hasta la actual 24 de Octubre (antes
Sarmiento), abarcando generalmente gran parte de la Plaza Sur (hoy San Martín).
Para el desagote de este sector, existía en ese tiempo una alcantarilla que
cruzaba la calle Rivadavia y por donde corrían las aguas pluviales para
desembocar en las cunetas de las vías ferroviarias. El excedente de estas
aguas, quedaba estancado en el lugar nombrado, formando grandes lodazales, ya
familiares para todos los vecinos.
Entretanto
debo aclarar –anticipando el orden de fechas- que por el año 1926 había trasladado
mi farmacia sobre Rivadavia, a pocos metros del hasta hace poco tiempo edificio
de Correos y Telecomunicaciones, y donde permaneciera desde 1921, a un nuevo
local en la calle 24 de Octubre, plaza por medio con los terrenos del
Ferrocarril Oeste, donde se desviaba la calle Rivadavia, haciendo un recodo en
profundidad de unos 30 metros para salir por la calle Soler (hoy Mariano
Acosta), volviendo a su curso normal.
Fue así que
en esta zona, para rendir justicia a la verdad, floreció la iniciativa del primer
proyecto de pavimentación que con el tiempo habría de materializarse en un
hecho de largo alcance, como tenemos hoy.
El primer
vecino con quien cambié ideas sobre el particular, fue don Osvaldo Coquet, Jefe
de la Estación, entusiasta precursor que me invitó a sembrar la iniciativa
entre los vecinos hasta formar el núcleo que posteriormente redactara una nota
para ser elevada al Intendente Municipal de Morón.
Dicha nota
–de la que tengo copia en mi poder- con fecha del año 1928, enumeraba las
siguientes calles a pavimentar: San Martín, desde Olazábal hasta 9 de Julio,
Sarmiento desde San Martín a Soler, 9 de Julio desde Soler a San Martín,
Necochea, desde Rivadavia a Belgrano y Belgrano desde Necochea a San Martín.
Dicha gestión que fue realizada en base al pago por cuenta de vecinos, por
intermedio de bonos de pavimentación de la Provincia de Buenos Aires. Esta nota
fue suscripta por los siguientes vecinos: Juan Fernández (concejal), Miguel
Iglesias, Julián Basave, Luis Guercio, Osvaldo Coquet, Pedro Narancio, Julio C.
Rossi, Francisco Vinelli y Rodolfo y Eduardo Pastré.
Entretanto
y a medida que pasaba el tiempo, un hecho vino a empeorar aún más el problema
de los desagües. Esto ocurrió con motivo de la construcción del camino de Morón
a Luján, obra que representó un acontecimiento de importancia para Ituzaingó y
para todos los pueblos del Oeste. Pero lo que no estuvo previsto y se consideró
como un acto de negligencia por parte de las autoridades municipales, es el
hecho de que permitieran, a medida que marchaban las obras –anular los desagües
existentes, sin antes entubar el pasaje de las aguas como correspondía.
Esta
deficiencia, acentuada por el mayor nivel de la calle, recientemente
pavimentada, produjo un verdadero embalse; a tal punto que en las primeras
lluvias que se produjeron, las aguas cubrieron totalmente las aceras vecinas,
llegando también al interior de muchas casas particulares.
Estos
sucesos tuvieron lugar en el mes de julio de 1929, motivando numerosas quejas
de vecinos, las que oportunamente fueron concretadas en una extensa nota
dirigida a las autoridades del Municipio. Por otra parte, envié a mi vez una
extensa crónica a “La Prensa”, acompañada de dos fotos, visualizando el
deplorable estado del mencionado lugar.
Artículo
publicado en La Prensa, copia textual:
“En la
vecina localidad de Ituzaingó, partido de Morón, las últimas lluvias no
obstante haber sido solamente de relativa importancia, han determinado un serio
estancamiento de las aguas en la calle San Martín al llegar a Rivadavia,
arteria ésta última recientemente pavimentada. Siendo la de San Martín una de
las arterias centrales de importancia del lado sur del pueblo y que conduce
directamente a la Estación, es fácil suponer el traslado que ocasiona a la
vialidad de la zona el inconveniente apuntado”.
“La
Prensa”, en otra oportunidad, y a raíz de las primeras lluvias de la temporada,
llamó la atención de las autoridades, “pues a pesar del tiempo transcurrido,
nada se ha hecho por subsanar esta anomalía –que antes no existía- en razón de
que las aguas pluviales circulaban libremente por un canal que cruzando la
calle Rivadavia, desagotaba en las vías del ferrocarril.
Un grupo
calificado de vecinos se entrevistó con el intendente municipal, para
significarle la conveniencia de que se realicen algunos trabajos para la
reparación de dicha calle, y con la sorpresa que es de imaginar, el jefe del
municipio les manifestó que ese arreglo correspondía a la Dirección de Puentes
y Caminos, porque el estancamiento del agua se produce a la altura de la
rasante del pavimento de la calle Rivadavia, construido bajo la vigilancia de
esa dependencia”.
“Sea quien
fuere el responsable del estado actual de dicha calle, lo cierto es que una
arteria importante se ha convertido en un enorme fangal, y la charca que
lateralmente se observa, es utilizada por los conductores de vehículos para el
lavado de estos”.
“Por la
fotografía que ilustra estas líneas puede observarse el estado de la calle San
Martín en su intersección con Rivadavia”.
“Las
autoridades del partido de Morón tienen el deber de no descuidar el estado
general de las calles y particularmente las que como las nombradas resultan de
tránsito para la Estación Ferroviaria”.
“Posteriormente
y después de algunos meses en que el orden de cosas continuaba en el mismo
estado, y ocasionándose mayores trastornos al vecindario. Por tal motivo se
envió una nota firmada por numerosos vecinos a la Municipalidad y otra a “La
Prensa” con las referencias a que he hecho lugar y otros detalles realmente
patéticos en los que se informaba de la siguiente manera: “Al producirse la
clausura del precitado desagüe nos causó la sorpresa consiguiente a una medida
ilógica y de perjudiciales efectos que vamos sufriendo. Si el nivel natural de
las calles tiene dirección al Nordeste, es razonablemente consultado ese nivel
que debe construirse todo nuevo desagüe que reemplace al anterior suprimido.
Entendemos
que en caso de inundaciones o avenidas de agua, producidas por lluvias
torrenciales y que llenan las calles por falta de suficiente capacidad de los
desagües existentes, sólo cabe efectuar gestiones administrativas antes los
poderes públicos para que dicha capacidad sea ampliada en la medida necesaria.
Pero entendemos también que cuando interviene la obra del hombre obstruyendo el
curso de las aguas o realiza obras que impiden el paso de las mismas con
perjuicio a terceros, éstos tienen el derecho de reclamar los necesarios
cambios para que tales perjuicios no se repitan, sino también exigir por las
vías legales la correspondiente indemnización por daños y perjuicios. Entendemos también que es la Municipalidad
quien debió objetar oportunamente la clausura del desagüe de referencia… varios
vecinos se han visto imposibilitados y la mayoría en dificultades para llegar a
la Estación”.
La nota
continuaba así: “Téngase en cuenta que la mayoría de los habitantes de este
pueblo somos empleados que no podemos faltar de nuestras ocupaciones diarias en
la Capital Federal. Algunos de los que con la angustiosa situación en nuestros
hogares –y con niños de corta edad- de repeler el avance de las aguas de la
calle sobre los patios y pisos de nuestras habitaciones, y que parecían
destinadas a llegar a una altura difícil de prever. Como consecuencia de dichas
inundaciones y por reflujo de los propios conductos domiciliarios hemos
soportado la destrucción de muebles y útiles de suma importancia para nosotros.
Agréguese el desmoronamiento ocurrido de varios pozos negros con la
consiguiente contaminación de las aguas.
Finalmente
–agregaba la nota- no escapará al elevado criterio del Sr. Intendente los otros
muchos perjuicios de carácter general que ocasiona al vecindario y al comercio
mismo, la existencia de ese gran lago artificial que la población soporta por
la supresión del desagüe del que se ha informado.
Terminaba
la presentación solicitando las medidas que el caso reclamaba, y la
construcción de obras que remediaran adecuadamente el problema. Firmaban los
siguientes vecinos, verdaderos pioneros, como hoy podemos ver al evocar estas
acciones de verdadero bien público, y cuyos nombres fueron: Raúl Ventura,
Francisco Vinelli, Juan Fernández, Osvaldo Coquet, Luis Guercio, M. Agusti,
Alfredo Morteo, M. Iglesias, J. C. Rossi, Arando Méndez, Adolfo Alberti,
Eduardo Pastré, Rodolfo Pastré, Pedro Narancio, J. Grego, L. Lupi, A. Bianco
(copiamos de este histórico conjunto de testimonios que ha puesto en nuestras
manos el Sr. Guercio al texto, es decir, los nombres que van con iniciales
carecen de otra aclaración).
Nota de R.:
A. Chao, J. Baima, Juan B. Gentile, Juan Guercio, Julián Basabe, Flia. Gaggero,
Flia. Combes, Sr. Loureiro (Quinta Calé), J. Justo, J. Niño. Dicha nota estaba
fechada 18 de marzo de 1930.
Cierto
tiempo después de los hechos ya descriptos, algo así como en el mes de mayo del
mismo año, entre los vecinos que habían firmado la nota precedente se
constituyó una Comisión con cargo de entrevistarse con el Intendente, señor
Bonora y pedirle una visita a la zona afectada por las lluvias, para plantear
sobre el terreno el plan de obras que más conviniera, a fin de remediar las
deficiencias ya conocidas. En la visita acordada se halló presente también el
Ingeniero Boatti, ministro del ramo en la esfera provincial y ambos
funcionarios coincidieron en la necesidad de crear nuevos desagües y ampliar
los ya existentes en la medida necesaria.
Los
trabajos respectivos se iniciaron poco tiempo después (no recuerdo la fecha
exactamente), pero sí puedo asegurar que dichos trabajos originaron bastantes
dificultades, por la razón de que tuvieron que practicar una profunda
excavación, como un verdadero túnel por debajo de la calle Rivadavia, con lo
que se entubarían y harían llegar las aguas hasta las cunetas del ferrocarril,
volviendo así al sistema anterior.
Una de las
bocas de toma se construyó en Rondeau y Rivadavia, estando la otra a la altura
de la calle Santa Rosa para desagotar las calles Fray Santa María de Oro y
Zapiola.
Lo cierto
es que las cosas no se remediaron del todo. Quedó el detalle inevitable: las
calles adyacentes al pavimento ya no pudieron desagotarse rápidamente, de modo
que el remanente de agua contribuía a formar charcos y lodazales de efecto
permanente. Había que buscar otra solución… nada más ideal, entonces que
apresurar las obras de pavimentación, solicitadas al Municipio con antelación a
estos sucesos.
Fue así que
mediante nuevas gestiones se obtuvo que el Concejo Deliberante aprobara el plan
de obras a realizarse, más la adjudicación de Bonos de Pavimentación para la
misma finalidad. A propósito de esta gestión (15 de enero de 1930), “La Prensa”
informó lo siguiente:
“Una
comisión de vecinos de Ituzaingó presidida por el concejal Juan Fernández, e
integrada por los señores Coquet, Guercio, Iglesias y Narancio se entrevistó
recientemente con el Ministro de Obas Públicas de la pcia. De Buenos Aires,
haciéndole entrega de una nota con referencia al proyecto de pavimentación en
Ituzaingó y que ya fuera aprobado por el Concejo Deliberante del partido de
Morón, por causas desconocidas, aun no han sido enviados sus antecedentes a la
oficina correspondiente.
“Informado
el Sr. Ministro de los propósitos de dicha Comisión contestó a la misma que por
Decreto correspondiente iba a ser adjudicada a dichas obras la suma de pesos
180.000 (estamos en 1930) en Bonos de Pavimentación. A la vez manifestó que
sería destacada una Comisión de Ingenieros para que estudiaran el plan a
realizarse.
El
siguiente capítulo se titula: PAVIMENTOS POR CUENTA DE VECINOS y da comienzo
así:
Cumplida la
promesa por parte de las autoridades provinciales, todo hacía suponer que las
cosas marcharían como sobre rieles, el alborozo y la consiguiente alegría
habían colmado nuestros corazones… Pero fue necesario admitir que ya llevábamos
dos años nutriéndonos de bellas esperanzas… Resolvimos entonces en reunión
inmediata, enviar a un núcleo mayor de vecinos en forma de que estuviera bien
representado tanto el Sur como el Norte de Ituzaingó. Constituiríase una Nueva Comisión más amplia
y con mandato de realizar por cuenta propia el proyectado plan de
pavimentación, proveyéndose además del material informativo necesario para una
futura licitación.
De acuerdo
con la resolución tomada –continúa el señor Guercio- empecé a reunir en mi
domicilio de la calle Sarmiento a un grupo de vecinos calificados, entre los
cuales cambiamos ideas, todos de común acuerdo, hasta fijar una fecha de
constitución formal. Este acto también tuvo lugar en mi domicilio y se efectuó
el día 14 de julio de 1930, quedando formada con la distribución de cargos
correspondientes de la siguiente manera: Presidente Herminio Petrelli,
vicepresidente Luis Guercio, secretario Julio C. Rossi, prosecretario Pedro
Narancio, tesorero Rodolfo Pastré, protesorero Avelino Cieza, vocales Dr.
Idélico Gelpi, A. Morteo, Osvaldo Coquet, M. Agusti, M. Iglesias, Julio
Benvenuto, Ing. J. Rojo, V. Picasso, Juan Orga, Valentín Visillac y Carlos
Ratti.
En la misma
reunión se resolvió formar una Comisión de Catastro compuesta de ocho miembros,
a fin de activar los trabajos del registro total de adherentes, formar un fondo
para gastos entre los miembros de la Comisión. La fecha 2 de agosto del mismo
año quedó fijada y publicada para la clausura definitiva de adhesiones.
En
posteriores reuniones se proyectó un plano general de adherentes –de acuerdo
con el número de los mismos, inscriptos sobre el total de las cuadras a
pavimentarse, que sumaron primeramente 15, llegando finalmente a 56. Además se
prepararon los pliegos y condiciones para ser presentados a licitación pública,
fijando el tipo de pavimento, tal como fuera construido el camino Morón-Luján,
es decir con un mínimo no menor de 20 a 22 centímetros. Esto lo hago destacar
por las razones que derivaron posteriormente. Encaminado el proyecto en sus
líneas generales y habiéndose publicado en término la correspondiente
licitación, el día 15 de setiembre, con la presencia del escribano Eduardo
Bonora, constituido en mi domicilio, hallándose también varios miembros de
Comisión que firmaron el Acta se procedió a la apertura de las ofertas
presentadas. Estas fueron tres, entregadas respectivamente por las Compañías
Pedro Trovato, Alejandro Barberis y F. Colángelo. En cuanto al precio por m2,
fueron presentados los de 11,50, 12,00 y 14,00. Este dato lo consigno como
resultado básico de la mencionada licitación.
Las cosas
marcharon normalmente, es decir, sin dificultades aparentes, hasta que llegó el
día designado para la Asamblea General de Vecinos, fijada para el 2 de octubre,
debiendo ser considerado por la Comisión el conjunto de ofertas presentado en
la licitación, cuando ya el público colmaba el Salón del cine local, ocurrió
algo imprevisto.
Apareció
nuestro Presidente de Comisión con gesto apresurado, portando en sus manos
algunos proyectos de contrato y dijo a los miembros que se hallaban presentes:
Tengo una
oferta interesante que me ha entregado hoy mismo la Siemens Baunion y Cia.,
representa mayores ventajas por su precio en metro y por su facilidad de pago
que las licitadas, siendo de 30, 60, 90 y 120 mensualidades con el 8% de
interés, condición no presentada por las demás Compañías, siendo por esta causa
digna de ser presentada a la Asamblea. Reaccionamos de inmediato y le
respondimos que ello no era posible por haberse presentado dicha oferta fuera
de licitación. A esto siguió un cambio general de palabras, prevaleciendo
finalmente la opinión –porque alguien así lo propuso- que la Asamblea tenía el
carácter de soberana y resolvería de por sí aquello que más conviniera.
Con este
criterio poco después se constituyó la reunión de vecinos, antes quienes
nuestro Presidente dio lectura e informó
de cada una de las condiciones y propuestas de las empresas pavimentadoras. De
manera que al producirse el acto de votación respectiva, quedó aprobada por mayoría
la propuesta de la empresa Siemens Baunion en base al precio de 13,40 el m2 con
la ventaja del pago por mensualidades, ya descripto.
Comentarios
aparte –prosigue esta interesante narración- este hecho tuvo la virtud de
consagrar el grave error cometido en una obra de esta naturaleza… La Siemens
nos construyó posteriormente un pavimento con 10 centímetros escasos de
espesor, con un emparrillado de pocos milímetros, contra los 20 cms (tipo
Morón-Luján), según lo especificado por las otras Compañías licitadas.
Este
detalle lo señalo porque unos pocos años después tuvimos la prueba a la vista,
cuando por primera vez se desvió el tránsito de una de las manos de Rivadavia
por 24 de Octubre, la que al cabo de poco tiempo hubo que repavimentarla en
casi toda su extensión. También algún tiempo después ocurrió lo mismo con las
calles Rondeau, Olivera, 9 de Julio, Mariano Acosta y otras.
Por los
motivos expuestos la Asamblea que debió ser la definición de una obra
indispensable, se convirtió en pocos días en una secuela de comentarios, por
parte de aquellos vecinos que quedaron defraudados en sus bien intencionados
propósitos…
Hasta el
extremo de provocar una verdadera división entre los componentes de la
Comisión, en forma tal que con el correr del tiempo no fue posible reunirlos
nuevamente.
El
Presidente y el Secretario que eran los indicados para llamar a una nueva
reunión no se hicieron presentes en ningún momento. De tal manera que pasaron
algunos meses hasta que los hermanos Pastré tomaron la iniciativa –en la presentación
a la Empresa Pavimentadora- a la que me uní, en compañía de otros vecinos.
Predominó
en este caso, la necesidad impostergable de iniciar los trabajos a cualquier
precio… y lo que es lamentable recordar aquí, fue la desorganización que trajo
aparejada la ausencia total de un control autorizado por la misma Comisión de
Pavimentos.
Quedó así
iniciada la obra que duró de ocho a diez meses, lo que pudo realizarse en mucho
menos tiempo. Las incidencias que siguieron fueron numerosas: aplazamientos sin
motivos aparentes, postergación sin tiempo ni medida del pavimento que debía
rodar la Plaza Sur –en su medida interior- por calles Rondeau, 24 de Octubre,
etc. Por no ponerse de acuerdo entre la Municipalidad y la empresa
concesionaria… se sucedieron así con tales motivos varias notas a “La Prensa” y
al gobierno de la provincia. Al final los vecinos que iniciaron la obra fueron
los últimos en recibir los beneficios de la misma…!
Para
terminar este capítulo diré algo más que también tiene importancia: entiendo
que fue una obra –para que se valore en su verdadera medida- inicial,
fundamental para un pueblo como Ituzaingó como la relatada, debe ser reconocida
como un hecho histórico y remarcable de la misma, al ser realizada por cuenta
de vecinos y con ausencia total del apoyo oficial en cuanto al aporte material
se refiere.
CAPÍTULO
III
Arreglo y
ampliación de la Plaza Sur y de la Plaza Norte (hoy respectivamente San Martín
y 20 de Febrero).
Lo que
llamé siempre Plaza Sur fue siempre por sus dimensiones una plazoleta, éstas
eran aproximadamente de 40 metros de ancho por 100 de largo, que también se
llamó en principio 20 de Febrero por la fecha. Por el año 1926 al 29 se
encontraba rodeada de un alambrado de púa, con seis entradas a molinete para
evitar el paso de los equinos sueltos.
Su
ornamentación la constituía una compacta arboleda con algunas palmeras y
algunos eucaliptus, además, algunos canteros con cierto arreglo y en su centro
una base de mampostería de 3 metros por 3 rodeada de una baranda metálica.
De modo que
la misma podría servir de emplazamiento a un monumento o ser útil para el
desempeño de una Banda de Música, también como tribuna de carácter político y
patriótico, como muchas veces fuera utilizada. Debo aclarar también que
Rivadavia corría entonces por el centro de la Plaza actual quedando un
excedente de terreno baldío propiedad del Ferrocarril Oeste, de 50 metros por
100, el cual se extendía hacia el norte hasta llegar al límite del andén de la
estación.
Trato de
destacar lo mejor posible la posición de este terreno porque el mismo al poco
tiempo de que hago referencia, estaba destinado a provocar una serie de
problemas que voy a detallar en forma sintética, porque en su totalidad
llevaría más espacio.
Los
problemas que se presentaron en esta Plaza en forma directa o indirecta fueron
los siguientes: el primero lo constituyó el cambio de trayectoria de la calle
Rivadavia –que como he dicho antes, cruzaba el centro de la Plaza- por su
trayectoria actual.
Esta
modificación significó el cercenamiento del terreno antes mencionado, propiedad
del ferrocarril, creando un baldío sin destino alguno y que durante 4 o 5 años
después dio lugar a una serie de gestiones en las que intervino en primer
término la Gobernación Provincial y luego las autoridades comunales con el fin
de promover una permuta contra igual porción de terreno del lado norte.
En tal
sentido se expidió una nota firmada por vecinos en la que se solicitaron
además, el arreglo urgente de la Plaza, la cual hallábase en total estado de
abandono, sin que se lograra nada más que un principio consistente en eliminar
el antiguo alambrado, derribar la arboleda más elevada y traer gran cantidad de
tierra; si bien era necesaria para cubrir los desniveles existentes, no fue
menos cierto que al poco tiempo se abandonaron los trabajos, dejando aquello en
peores condiciones que antes. En consecuencia tuve que apelar a “La Prensa”
para refrescar la memoria de las autoridades municipales, enviando la siguiente
publicación:
“Ituzaingó,
marzo de 1932. Hace ya cinco meses que
se iniciaron los arreglos de la Plaza de esta localidad y para ello se
condujeron grandes cantidades de tierra que fueron distribuidas por toda ella,
pero en seguida las obras fueron detenidas y dicha Plaza quedó en peores
condiciones, pues la tierra amontonada origina el estancamiento de las aguas en
dicho lugar”.
Como
existía el propósito de realizar la ampliación de la Plaza mediante la permuta
de un terreno con F.C. Oeste sería conveniente que las autoridades municipales
reanudaran las negociaciones a ese fin”.
Después de
estos últimos acontecimientos la espera continuó con todas las ilusiones que
era de suponer… pero el tiempo volvía a correr sin que se produjera novedad alguna,
vale decir que el estado de abandono era igual o peor que antes.
De modo que
al transcurrir más de un año, volvimos a insistir con otra más extensa nota
dirigida al Intendente Municipal de Morón, suscripta con la firma de más de 60
vecinos. Con fecha 13 de abril del año 1933, “La Prensa” publicaba la misma
(ampliada por agregarse un pedido de ampliación y arreglo para la Plaza Norte).
EXISTEN EN
ITUZAINGÓ (Partido de 6 de Setiembre TODA CLASE DE DEFICIENCIAS. La vecina
localidad de Ituzaingó en jurisdicción de 6 de Setiembre, dispone de una
excelente ubicación y un buen trazado de planta urbana, la proximidad con la
Capital Federal ha hecho que el arribo de nuevos pobladores haya aumentado
constantemente con la radicación de propietarios que contribuyen con sus
viviendas modernas al progreso edilicio y la pavimentación de la mayoría de sus
calles, que así la destacan como una de las más atractivas y progresistas de la
zona.
Innumerables
deficiencias de todo orden se observan continuamente ante la indiferencia de
las autoridades, de las que destacamos algunas.
Justamente
hace algunos años –continúa la nota publicada por “La Prensa”- que con motivo
de la campaña política que precedió a la elección de las actuales autoridades,
se prometió públicamente que la ampliación de la Plaza Sur sería un hecho que
no demandaría mucho tiempo en su realización.
El tiempo
ha transcurrido sin embargo y aunque se allanó la principal dificultad
consistente en la aprobación por las Cámaras Legislativas de una permuta de
terreno con la Empresa ferroviaria, nada se hace en favor del anunciado
proyecto y hasta parece que las mismas autoridades abandonaron sus propósitos.
En tales
circunstancias, la Plaza Sur continúa en las deficientes condiciones actuales
–dice el cronista- sin perspectiva, con los bancos de madera que le quedan,
destrozados, y en un estado de abandono que merece las censuras generales.
Algo
parecido ocurre en la Plaza Norte, trazada por el fundador de la localidad, con
el plausible propósito de que se levantaran en sus alrededores la Iglesia
parroquial, la Escuela que allí funciona y alguna dependencia oficial; paseo
que se halla convertido en potrero donde se realizan partidos de fútbol. La
apertura de la calle Belgrano a través de la mencionada Plaza, como oportunamente
se prometió, habría quizá facilitado el arreglo de dicha plaza.
La carencia
de aceras en la mayoría de las calles pavimentadas –continúa el lejano artículo
que publicara el gran rotativo porteño- hace tres años, constituye una deficiencia
grave que exterioriza por una parte la falta de cumplimiento de las Ordenanzas
en vigor, y por otra, la negligencia de la Municipalidad, que no pone ningún
empeño en hacerlas cumplir.
Las aceras
existentes y los muchos baldíos sin ellas y sin cercos en la zona céntrica,
están en general cubiertas de malezas y convertidas en depósitos de basura,
donde se alberga toda clase de alimañas, constituyendo un evidente peligro para
la salud pública, como ocurre en el terreno situado sobre la calle Rivadavia frente
a la estación ferroviaria local”.
El barrido
de las calles pavimentadas se practica parcialmente y en condiciones
extremadamente deficientes, en algunas de ellas, pues en la mayoría no se
realiza servicio alguno desde hace mucho tiempo. Es de hacer notar que casi
toda la obra edilicia existente como pavimentaciones de calles y algunos
ornamentos de la Plaza Sur se deben exclusivamente al vecindario, con lo cual
queda de manifiesto –sigue denodadamente el corresponsal- la ausencia de todo
favor oficial, con lo que la acción municipal queda reducida a cobrar los
impuestos por servicios que no se realizan. Así las cosas, el vecindario
comenta, con sobrada razón, si esta situación habrá de prolongarse
indefinidamente, y si las autoridades responsables de estas anomalías,
continuarán a esa actitud de absoluta indiferencia ante los problemas que
afectan al orden edilicio local”.
Nuevas
adhesiones contaban ya estas presentaciones, por las firmas que podemos ver ya
en cantidad muy numerosa, y que avalaban la precedente nota, junto a las de los
iniciales propulsores que ya conocemos por las presentes memorias.
Eran de los
vecinos Dr. Carmet Cort, A. González Gibson, Alfredo Morteo, A. Baima, J. Niño,
José Mármol, L. Testa, Diego Carretero, L. Morán Ruiz, Juan Bautista Gentile,
D. Basterretche, S. Sayour, Pedro Narancio, Rodolfo Pastré, J. M. Bonardi, L.
Verno Costa, Raúl Ventura, P. Barrionuevo, Julio Protto, A. L. Coquet de
Barrio, Julio C. Rossi, A. Scasso, Armando Méndez, G. Grego, J. A. Morán,
Antonio Chao, Juan y Luis Guercio, Samuel Levine, Vicente Lacasa, M. Agusti, F.
Serini, Emilio González, J. R. Novaro, H. Petrelli, F. y Beltrán Basterretche,
M. Consejero, J. Antonio Crosta, H. Wassersug, Miguel Iglesias, Concejal Juan
Fernández, Dr. Idélico Gelpi, J. Basave, etc.
En relación
de hechos y después de la publicación que antecede –continúan estas
interesantes Memorias- transcurrió un largo período de inactividad, es decir,
esta se reducía a alguna iniciativa de muy poca duración y así pasó el tiempo,
casi dos años en el cual teniendo en cuenta que la situación empeoraba, un
nuevo suelto fue publicado en “La Prensa” el día 15 de abril de 1934, que decía
lo siguiente: “EN TOTAL ESTADO DE ABANDONO SE HALLA LA PLAZA SUR DE ITUZAINGÓ”.
Actualmente se halla en estado de total abandono la Plaza Sur de esta
localidad, lo que sugiere el comentario obligado de los vecinos sobre la
posibilidad de que desaparezca este estado de cosas mediante la decidida
intervención de las autoridades municipales que tarda en hacerse sentir desde
hace mucho tiempo.
El aspecto
de dicha Plaza es lamentable pues sus canteros y caminos carecen de todo
arreglo, los bancos dispersos y descuidados, algunos rotos (y así continuase
con las deficiencias que ya conocemos, añadiendo): “La próxima iniciación del
período parlamentario debería mover al pronto despacho del proyecto de permuta
con la empresa del Ferrocarril Oeste respecto al terreno que cierra la plaza;
se sabe que dicha empresa se hallaría en buena disposición actualmente para
entrar en negociaciones, lo que resolvería por fin este viejo problema local”.
Después de
esta publicación y llegado el año 1936, el estado de ambas Plazas no había
variado en ningún sentido por lo menos en forma apreciable. Una novedad de
importancia, sin embargo se había producido: y fue con respecto al trámite de
permuta con la empresa ferroviaria. En esta fecha ya había sido resuelto sin
que por ello se hubiera tomado posesión del terreno de referencia, lo que
hubiera permitido llevar a cabo los trabajos del arreglo definitivo. El 9 de
enero de 1936 envié con el fin de estimular a las autoridades municipales a la
acción, el siguiente artículo que reprodujo “La Prensa”: “MUY POCO ES LO QUE
HACE LA MUNICIPALIDAD EN FAVOR DEL PUEBLO DE ITUZAINGÓ”. A pesar de que han
transcurrido casi dos años más desde que se dio término a la permuta del
terreno situado frente a la estación, lo que permitiría ampliar la plaza
ubicada en el lado Sur, las autoridades –que dispusieron el arreglo de la Plaza
del lado Norte, nada han hecho hasta el presente, pese a los reiterados
anuncios de iniciación de los trabajos necesarios. Forma la Plaza Sur sin
exageración tanto en su parte antigua como en la destinada a ampliación, un
inmenso yuyal DONDE HA DESAPARECIDO TODA IDEA DE QUE ALLÍ HUBIERA EXISTIDO UNA
PLAZA.
Y asimismo
la situada en el lado Norte continúa convertida en un potrero, y el hecho de
que frente a ella se construye la Iglesia Parroquial debiera por lo menos,
mover diligentemente a las autoridades del Municipio.
Es
doblemente sensible este estado de cosas, porque parece que a las mismas no les
preocuparan los evidentes progresos que se realizan en la zona, cuyo ritmo
acelerado se manifiesta en todos los órdenes, y el comentario público gira así
en forma desfavorable para esas autoridades, tanto más cuando es notorio que en
algunas otras obras públicas mostraron la mayor celeridad (¿?)
Siguiendo
en el orden descriptivo del problema de las Plazas, y dejando pasar otros
detalles menores, en agosto de 1938 tuve la satisfacción de enviar a “La Prensa”
la siguiente nota que era sin duda toda una primicia: “Este vecindario ha
recibido con general beneplácito la iniciación del arreglo total de la Plaza
Sur de esta localidad, esta obra viene a llenar una sentida necesidad de orden
local, de la que en repetidas oportunidades se ocupara “La Prensa”.
Pero
tuvimos al año siguiente que quejarnos –prosigue don Luis Guercio- al llevar al
gran rotativo la nota que sigue: Ituzaingó, junio 3 de 1939. Desde hace varios
meses y sin motivo que los justifique, han quedado paralizados los trabajos de
embellecimiento que se hacían en la Plaza Sur. Se han ocasionado serios
inconvenientes, entre otras cosas, hace diez meses que se ha retirado la luz,
permaneciendo desde entonces dicho lugar obviamente a oscuras… es inexplicable
esta indiferencia de las autoridades; el vecindario considera que si bien esta
Plaza no es la oficial ocupa un lugar de privilegio sobre la calle Rivadavia.
Con
respecto a lo que antecede, hago la aclaración de que la Plaza Norte, a la
altura de estos acontecimientos, ya había sido arreglada en toda su extensión,
vale decir que la misma no necesitó las prolongadas gestiones que exigió la
Plaza lado Sur… Tal vez el Municipio consideró como prioridad la construcción
del Templo Parroquial San Judas Tadeo.
Atando
cabos como quien dice y quedando los últimos cartuchos de la extensa y
agotadora campaña pro Plaza Sur, llegamos al término de OCHO LARGOS AÑOS para
ver logrado nuestro vital propósito.
A principio
del año 1940 se reanudaron ya en forma definitiva los trabajos en la Plaza de
referencia, de manera que con fecha del mes de marzo y por intermedio de “La
Prensa” pude dar la siguiente y sensacional noticia: FUE INAUGURADA
OFICIALMENTE LA PLAZA SUR DEL PUEBLO DE ITUZAINGO. Ituzaingó, marzo 9: con la
presencia de las autoridades municipales del partido y un regular número de
vecinos, fue inaugurada la Plaza Sur de Ituzaingó, cuyos trabajos venían
realizándose. Dicha obra que representa un motivo más de embellecimiento para
esta localidad, ha sido proyectada dentro de lineamientos modernos,
completándola con acertada distribución de luz, que da al conjunto una hermosa
perspectiva. El acto inaugural de esta Plaza ha sido recibido con general
beneplácito, destacándose en particular la labor empeñosa y progresista del
actual Intendente Municipal Sr. Rafael A. Amato, al frente del Municipio de “6
de Setiembre”.
COMENTARIO
FINAL
Fue mi
propósito acariciado desde hace mucho tiempo –finaliza su relato el señor
Guercio- el escribir esta pequeña historia que acabo de realizar sobre las
actividades de carácter edilicio que me tocó vivir en compañía de otros
antiguos y calificados vecinos de esta localidad, abarcando dos décadas. Los
cuales desarrollaron en forma conjunta unas veces y otras en Comisión
constituidas como ya he referido en su oportunidad. Debiendo destacar que esta
suma de voluntades, en homenaje a la verdad, merecieron siempre un elogio
recordatorio que los sacara de aquel anonimato en que han estado relegados
desde hace mucho tiempo; debido a la ausencia de una publicidad oportuna, en
cuanto acto festivo realizado posteriormente se conmemoraba la fundación de
este pueblo. Olvidando, asimismo, a todos aquellos que acaso fueron la raíz
misma de lo que hoy representa el alto nivel de progreso logrado por la actual
Ciudad de Ituzaingó.
Escrita con
la impronta de la veracidad y el sabor del recuerdo, que realmente revive
hechos en que se han entrelazado vidas particulares y la existencia de la
ciudad. NOTICIAS NUESTRAS manifiesta aquí su más sincero y profundo
reconocimiento a don Luis Guercio, veterano periodista, luchador ciudadano,
buen vecino y ágil escritor, por habernos proporcionado esta primicia de sus
Memorias, con las que, estimamos, realiza nuestro periódico un homenaje
sencillo pero significativo en estas inminentes fechas del Centenario de
Ituzaingó.